La trayectoria del género dramático en la España posterior a la guerra civil sigue en general las tendencias de la poesía y de la novela, aunque con alguna variación. Hay que tener en cuenta, además, los condicionantes de la puesta en escena, que se vio dificultada al comienzo de la guerra con el cierre de los teatros.
* EL TEATRO EN EL EXILIO
Al terminar la guerra, la muerte ha hecho desaparecer a autores como Valle Inclán o Lorca. Otros dramaturgos marchan al exilio, para seguir desarrollando su obra fuera de España. Son:
Alejandro CASONA escribía un teatro de tipo poético –La sirena varada-, que siguió cultivando una vez exiliado. Regresó para el estreno español de La dama del alba, considerada su mejor obra, en la que mezcla la realidad y lo simbólico.
Max AUB, preocupado por los problemas existenciales del hombre, hace un teatro comprometido, en el que denuncia las injusticias: Morir por cerrar los ojos, No (sobre las guerras), San Juan (en torno a un barco del éxodo judío, a la deriva).
* EL TEATRO EN ESPAÑA
Más preocupados por sobrevivir y reconstruir el país, cuyas heridas siguen abiertas, la situación no es muy proclive al cultivo de la literatura en general: España está aislada; los autores controlados por una férrea censura política; y el teatro, en manos de intereses comerciales, por lo que muchas salas se cierran o reconvierten. Además, predomina un público burgués con un afán de diversión trivial.
* EL TEATRO EN LOS AÑOS CUARENTA
De este modo, en la década de los cuarenta, se manifiestan dos tendencias:
- Un teatro comercial, un tipo de alta comedia que sigue la línea de Benavente. Son comedias de salón, con una crítica amable basada en los valores de la época. Este teatro concede gran importancia a la obra bien elaborada: gran habilidad en la construcción de la trama y los diálogos, conocimiento perfecto de los juegos escénicos y destreza en el arte de hacer reír. Destacan: José Mª PEMÁN, Joaquín CALVO SOTELO o Juan Ignacio LUCA DE TENA (¿Dónde vas, Alfonso XII?).
- Un teatro cómico, que ofrece dos de las figuras más interesantes, Enrique JARDIEL PONCELA y Miguel MIHURA.
JARDIEL PONCELA intenta renovar la comedia con obras interesantes por el ingenio de sus planteamientos y la agudeza de sus diálogos. Encadena escenas inverosímiles, creando situaciones absurdas con un humor de tipo vanguardista. Obtuvo gran éxito con títulos como: Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada o Cuatro corazones con freno y marcha atrás, pero se le reprocha la ausencia de crítica social.
Miguel MIHURA, con Tres sombreros de copa, obra escrita en 1932, obra vanguardista que no se estrena hasta veinte años después, introduce un humor disparatado, próximo al teatro del absurdo. En ella, Dionisio, a punto de casarse, se debate entre aceptar la mediocridad de la vida burguesa que le espera o marcharse con la bailarina de un grupo de teatro ambulante de la que se ha enamorado. Mihura se inclina hacia los personajes marginales, libres de convenciones, frente a los burgueses atados a las normas sociales. Y sus comedias suelen tener alguna nota de amargura. Otras obras menos críticas son Maribel y la extraña familia, Ninette y un señor de Murcia o Melocotón en almíbar.
* EL TEATRO SOCIAL DE LOS AÑOS 50.
Continúan en esta década las tendencias anteriores de la alta comedia (Edgar NEVILLE, Alfonso PASO) y el teatro de humor, pero destaca como novedad el teatro social.
Al igual que ocurre en otros géneros, la línea existencial adquirirá con el tiempo un acento social. En 1949, Antonio BUERO VALLEJO estrena Historia de una escalera, tragedia de personajes condenados a una vida de ilusiones frustradas por el inmovilismo. Es el comienzo de un teatro de testimonio que muestra los problemas de la sociedad a través de figuras creíbles. La ética y el compromiso con el sufrimiento humano son las notas fundamentales de un dramaturgo que, tratando problemas como la libertad, la soledad, la hipocresía o la infelicidad, al final siempre deja un resquicio para la esperanza.
Después de 1960 hace un teatro histórico en el que critica la situación actual a través de la historia de España. Esto ocurre en Las meninas, cuya figura central es Velázquez; Un soñador para un pueblo, sobre Esquilache; o El sueño de la razón, sobre Goya (simbolista). En otras, el experimentalismo es protagonista, pero sin dejar la denuncia social (El tragaluz). Es característico de su teatro el empleo de discapacidades físicas como símbolo de la incapacidad humana: ceguera (El concierto de San Ovidio).
La primera obra de Alfonso SASTRE, Escuadra hacia la muerte (1953) encierra una visión existencialista de la vida. Pretende transformar la realidad a través de la denuncia de la opresión social. Otros títulos destacados son La mordaza o La taberna fantástica. Su evolución política hacia posturas de extrema izquierda le han alejado de un mayor reconocimiento.
Ambos autores marcan dos hitos en el teatro social y político de la posguerra española. Muestran su disconformidad con el sistema vigente a través de sus escritos. Son dos formas distintas de entender la protesta: política, en el caso de Sastre; social, en el caso de Buero.
* EL TEATRO EN LOS AÑOS 60.
El teatro social se extenderá hasta la década los sesenta, pero sufrirá una evolución. Sin perder de vista la crítica, entran en escena estéticas menos realistas: el expresionismo y las formas de la alegoría y la farsa.
Antonio BUERO VALLEJO continúa su trayectoria con el experimentalismo, pero sin dejar la denuncia social (El tragaluz o El concierto de San Ovidio).
Rasgos comunes de las obras de esta década son la presentación de situaciones de injusticia social en las que los personajes están condenados al fracaso, y los verdugos son, a su vez, víctimas. La protesta se hace patente en el lenguaje agresivo, reflejo de la violencia humana, que resulta provocador para el público menos progresista.
Los nuevos dramaturgos, nacidos en torno a 1925, comienzan a escribir a finales de los 50. Son Carlos MUÑIZ (El tintero), J. MARTÍN RECUERDA (Las salvajes en Puente San Gil, de 1963), José Mª RODRÍGUEZ MÉNDEZ (Los inocentes de la Moncloa) y Antonio GALA, que combina el teatro existencial y simbolista con la comedia de salón (Los verdes campos del Edén, Anillos para una dama).
Especial importancia tiene la obra de Lauro OLMO La camisa, de 1962, prohibida al principio por la censura y que nos presenta a un albañil en paro, Juan, que habita con su familia en una chabola. La falta de empleo les hará plantearse la emigración a Alemania.
Pero no era ésta la tendencia triunfadora, sino que en los escenarios españoles se representaban, mayoritariamente, obras de estética más conservadora: las de Alfonso PASO, obras humorísticas como Usted puede ser un asesino; Jaime SALOM, con La casa de las chivas o Los delfines y Jaime de ARMIÑÁN. El gusto del público ha de adaptarse al nuevo teatro, además de que han de salvar la censura, todavía vigente, y hacer que los empresarios apuesten por estos espectáculos.
* EL TEATRO DE LOS AÑOS 70.
A finales de la década de los sesenta y a lo largo de los setenta, un grupo de dramaturgos y de compañías se rebelan contra el teatro comercial que triunfa en escena. Siguiendo las líneas de los más vanguardistas dramaturgos europeos (Bertold Brecht), y del teatro del absurdo (Ionesco y Beckett), escriben y representan un teatro diferente, que se encuentra con serias dificultades.
Se forman grupos como el T.E.I. (Teatro experimental Independiente), Els Joglars, Los Goliardos, Tábano, Els Comediants o La Fura dels Baus. Estos grupos no aceptan las normas del teatro comercial, que los sujeta a representar en un solo espacio y a unas horas convenidas. Para el teatro independiente cualquier espacio puede ser adecuado.
Junto a estos grupos, destacan autores cuyas obras vanguardistas no fueron apreciadas muchas veces por la crítica ni por el público. Se basan más en el teatro como espectáculo que como texto. Francisco NIEVA, también escenógrafo, cercano al postismo, crea el teatro furioso, cuyas mejores muestras son Pelo de tormenta y La carroza de plomo fundente. Fernando ARRABAL, exiliado voluntario en París, logra éxitos con su teatro pánico, rompedor y provocativo, mostrando una actitud rebelde ante el absurdo del mundo (El cementerio de automóviles o Pic-Nic). Y mencionamos también a Alberto MIRALLES, que destaca por su teatro breve.
* EL TEATRO DESDE LOS AÑOS 80 A LA ACTUALIDAD
En los últimos años se abandona un tanto el experimentalismo y empieza a predominar el teatro de autor, fundamentalmente realista, con toques de farsa o parodia. Se toca el tema de la guerra y se recuperan las obras de los exiliados. Las tendencias más destacadas son:
- Teatro realista. Dos obras fundamentales tienen como argumento la guerra civil: Las bicicletas son para el verano, de Fernando FERNÁN GÓMEZ, también actor y director, y ¡Ay, Carmela!, de José SANCHÍS SINISTERRA.
- Teatro-farsa. Heredero de la tradición del sainete y del esperpento, toca temas delicados en tono de humor trágico. El paro, la violencia y las drogas están en el centro de títulos como La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro, de José Luis ALONSO DE SANTOS.
- Teatro experimental. Promovido por los grupos más rompedores, como La Fura dels Baus, el protagonismo lo adquiere el espectáculo propiamente dicho, en detrimento del texto teatral, al que en ocasiones se da la vuelta, como en el caso de los clásicos.
- Nuevos/as dramaturgos/as. En los últimos años, autores dedicados también a la dirección, empiezan a sobresalir en España. Es el caso de Juan MAYORGA (La tortuga de Darwin), Ernesto CABALLERO (El crítico), Ignacio GARCÍA MAY (Alesio) o Alfredo SANZOL (La ternura, obra inspirada en el teatro de Shakespeare). También Paloma PEDRERO, Lucía CARBALLAL con Las últimas, antología de cinco de sus obras, o Angélica LIDDELL.
En este artículo puedes profundizar en este apartado del tema:
Los teatros y compañías públicos, de gestión municipal, autonómica o nacional cuentan con presupuestos que les permiten abordar montajes ambiciosos y reponer obras del repertorio clásico español. Así ocurre con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Y la existencia de premios teatrales fomenta la escritura y puesta en escena de nuevos creadores. Así ha ocurrido desde los años 70 con el Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid, que incluía el estreno de las obras premiadas.
Teatro Español de MadridA partir de los años 90 aparecen compañías independientes que apuestan por recuperar obras medievales y del Renacimiento (Nao d’Amores, dirigida por Ana Zamora), investigar en asuntos de la actualidad (Animalario, con Hamelin o Urtain), por la experimentación (La Zaranda) o por combinar música y texto en piezas que rememoran el teatro del siglo de oro (Ron Lalá).
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